Coronavirus: un médico argentino teje alianzas para conseguir una vacuna en tiempo récord.

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Leandro Grimaldi Bournissant reside en Boston y fue el primer argentino que recibió una maestría doble en Salud Pública y Liderazgo en Harvard. Hoy trabaja para nuclear la industria farmacéutica con compañías biotecnológicas para hacer frente a la pandemia de COVID-19, a la par que da conferencias para ofrecer soluciones a poblaciones vulnerables.

Tejer alianzas entre la industria farmacéutica y las empresas biotecnológicas para conseguir, en tiempo récord, una vacuna contra el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 y la enfermedad que produce, COVID-19. Esas son las tareas del médico argentino Leandro Grimaldi Bournissaint, quien a sus 24 años fue noticia por convertirse en el primer argentino en ingresar a un prestigioso programa de investigación de la Escuela de Medicina de Harvard y dos años después obtener una Maestría doble en la Escuela de Salud Pública de Harvard.

Hoy, con 33 años, Grimaldi de origen santafesino y residente en Boston, busca aportar soluciones no sólo desde la empresa multinacional de investigación para la que trabaja, sino también conservar su faceta académica y de esa manera, aportar consejos para mejorar la salud de quienes más lo necesitan través de la relación que conserva con la Universidad de Harvard.

En relación al COVID-19, el trabajo que estamos haciendo es liderar los esfuerzos de R&D (desarrollo e investigación) de varios de los principales laboratorios y grupos científicos trabajando en la vacuna para el coronavirus. Nuestra intervención es tanto en estudios pre-clínicos (de laboratorio) como también ensayos clínicos (cuando el nuevo medicamento llega a pacientes para testeos). La ciencia se desarrolla principalmente en EEUU e India.

Hoy en día hay más de 40 compañías trabajando en la vacuna para el COVID-19 con un número menor que están realmente avanzadas en sus investigaciones. Mi compañía y grupos de científicos están contribuyendo con varias de ellas en la búsqueda de la tan ansiada vacuna del coronavirus. Cabe destacar, también, que ya hay tres candidatas de vacuna (dos en EEUU –una de ellas en un hospital escuela de Harvard -y otra en China) que han comenzado testeos en pacientes.

El desarrollo de todo nuevo fármaco conlleva su tiempo y la premisa principal es que debe ser tanto efectivo como seguro para los pacientes. Si bien la ciencia avanza a pasos agigantados, se calcula que, si el virus no sigue mutando, la vacuna recién estará disponible para su comercialización y distribución en los próximos 12-18 meses. En general, cuando hablamos del desarrollo de vacunas nos referimos, históricamente, a años y no a meses, como unidad de medida. Sin embargo, todos tenemos fe de que se logre en el menor tiempo posible a través del uso de nuevas tecnologías.

En las últimas semanas algunos líderes políticos han elogiado la combinación de hidroxicloroquina y azitromicina aún cuando expertos indicaban que las evidencias de eficacias eran débiles y advertían sobre los riesgos en pacientes cardíacos. Recientemente la FDA dio su aval de emergencia para distribución masiva en ensayos, al aludir que el riesgo de emplear un medicamento aún no probado se justificaba.
Hoy en día no hay evidencia ni consenso de expertos que avale un tratamiento individual o en combinación para pacientes con COVID-19. Esto aplica para la hidroxicloroquina, que es un medicamento que hemos utilizado por muchísimo tiempo para pacientes con malaria, pero recién estamos comenzando a ver estudios clínicos sólidamente diseñados para realmente comprender la relación causal entre este fármaco y la mejora sintomática en pacientes con COVID-19, con o sin un antibiótico asociado.

El SOLIDARITY Trial es una gran iniciativa, que prácticamente no tiene precedentes, y se está llevando a cabo en tiempo récord. La idea, en simples términos, es evitar sacar conclusiones a través de decenas de estudios clínicos pequeños esparcidos por diferentes rincones del mundo y diseñados con metodologías diferentes. En lugar de eso, la OMS pretende utilizar el “poder de los números” y amalgamar estudios existentes, así como también enrolar nuevos pacientes bajo un solo mega estudio clínico llamado SOLIDARITY. De la evidencia de alta calidad surgida de este estudio, que es en base a la morbi-mortalidad de pacientes hospitalizados con COVID-19, se pretende armar las guías terapéuticas y de abordaje clínico que circularán alrededor del mundo entre profesionales de la salud. El estudio tendrá 5 ramas cuyos resultados se compararán entre sí, y cuenta con más de 10 países contribuyendo con información al momento (Argentina entre ellos).
Cómo ve a la Argentina con las medidas de contingencia para contener y mitigar el nuevo coronavirus SARS-CoV 2. ¿Y cómo ve al mundo?

En la batalla global contra el coronavirus hay un concepto que es central y se trata de lo que en epidemiología llamamos “aplanar la curva” (to ‘flatten the curve’, en inglés). Si uno se imagina un gráfico de dos ejes, en donde número de pacientes infectados se ubica en el eje vertical y el período de tiempo transcurrido desde el primer caso detectado se ubica en el eje horizontal, lo que estamos intentando lograr es que el número total de casos se extienda en el período de tiempo más largo posible. Precisamente para esto existen las medidas de contingencia y “aislamiento social”. Lo que debemos entender es que cuantas menos personas se enfermen en un cierto período de tiempo, menos colapsado estará nuestro sistema de salud y, por ende, aquellos pacientes que requieran hospitalización y cuidados intensivos tendrán mejores posibilidades de sobrevivir.
Da la impresión de que la Argentina ha actuado rápido a comparación de otros países y lo que uno puede observar desde afuera es que un gran porcentaje de la población está respetando el aislamiento. Es increíblemente importante que todos y cada uno de los argentinos acate las normas si queremos evitar tener que lamentar una gran cantidad de pacientes afectados y vidas perdidas.