El problema de la falta de enfermeras sobre la mortalidad de pacientes

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El trabajo indica que un aumento de carga de trabajo de un paciente por enfermera se asoció con un aumento en la probabilidad de mortalidad hospitalaria quirúrgica, dentro de los 30 días de la admisión, de un 7%.

La Unión Europea(UE) mostró su preocupación por la seguridad de los pacientes al financiar el proyecto RN4CAST: el objetivo del proyecto era medir el valor de los servicios de enfermería. Esta medición es todo un reto. Basándose en los datos de altas de nueve de los 12 países con más de 420.000 pacientes de 50 años o mayores, Linda Aiken y sus colegas mostraron que un aumento de carga de trabajo de un paciente por enfermera se asoció con un aumento en la probabilidad de mortalidad hospitalaria quirúrgica, dentro de los 30 días de la admisión, de un 7%.

Los investigadores incluyeron hospitales de dos países de la Asociación Europea de Libre Comercio (Suiza y Noruega) y siete de los 28 países de la UE. La UE es una vasta área vinculada por acuerdos bilaterales en los que el objetivo predominante del mercado europeo ha introducido recientemente una dimensión social para abordar las desigualdades (por ejemplo, los derechos de los trabajadores y condiciones de trabajo seguras); los pacientes pueden circular libremente para conseguir la mejor atención, y las enfermeras pueden viajar para obtener mejores condiciones de trabajo.

El estudio es el primer informe paneuropeo público en monitorear cuántos pacientes fueron manejados por enfermeras durante su último turno de trabajo. Este método es más preciso que la relación enfermera-población, que a menudo incluye parteras y es más informativo que otras mediciones (por ejemplo, número de enfermeras equivalentes a tiempo completo) que proporcionan información sobre el número de las enfermeras que están ocupadas, pero no cuántas trabajan en la clínica. Los datos sugieren una importante variabilidad dentro y entre los países, posiblemente porque no existan normas homogéneas, incluso en países con un servicio público de salud donde los pacientes deben recibir un nivel estándar de los cuidados de enfermería y las enfermeras deben trabajar en condiciones similares. El estudio incluye información acerca de cómo las decisiones con respecto a la educación de enfermería universitaria eran indicativos de la composición de personal de enfermería diaria y sus pacientes, lo que plantea una importante pregunta acerca de la variabilidad a pesar de la vigencia en Europa desde 1999, del proceso de Bolonia. Esta declaración incluye más de 47 de la Unión Europea de Libre Comercio y otros países (es decir, del área de la educación superior europea), y tiene por objeto armonizar la educación universitaria.

Los datos se refieren a los años 2007- 10, por lo que los investigadores no documentan la situación inmediatamente antes de la crisis económica de la UE o de los efectos de las medidas de austeridad introducidas en varios países. Si el estudio se replicara, los resultados podrían ser diferentes, en muchos países ya que las medidas de austeridad han provocado una reducción del número de enfermeras asignadas por camas. Las enfermeras asignadas tienen grandes cargas de trabajo, con resultados negativos en los pacientes, y como resultado, la imagen pública de las enfermeras está empeorando en varios países. La recesión ha puesto de relieve el costo de educación universitaria de las enfermeras, por lo que las organizaciones de atención de salud podrían optar por contratar a enfermeras auxiliares o vocacionales en la creencia de que los costos podrían ser menores y las enfermeras más efectivas. Paradójicamente, y a pesar del apoyo para la investigación (incluyendo el 7mo. Programa Marco de la UE, en noviembre de 2013) la UE decidió aprobar dos vías para la enseñanza de la enfermería: una escuela vocacional o de formación técnica después de 10 años de educación general, y una vía de educación superior o universitaria después de 12 años de educación, que es un cambio con respecto a la anterior directiva que prevé al menos 12 años de educación general antes de la formación en enfermería.

El estudio de Aiken y sus colegas aporta pruebas a favor de la proporción enfermera – paciente apropiada y también proporciona apoyo para la educación universitaria de enfermeras. Sería interesante ver si estos hallazgos se utilizarán para informar a las políticas de atención sanitaria o se implementarán en la práctica. Se teme que la evidencia aquí no sea la deseada, sino que actuar de acuerdo a estos resultados se considere demasiado caro.

*Alvisa Palese, Roger Watson

Departamento de Ciencias Clínicas y Biológicas, Universidad de Udine, Udine 33100, Italia (AP); y Facultad de Salud y Cuidado social, Universidad de Hull, Hull, Reino Unido
alvisa.palese@uniud.it

Publicación Online
26 de Febrero de 2014
http://dx.doi.org/10.1016/S0140-6736(14)60188-4
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